Carlos era un niño de ocho años cuando sufrió el abandono de su padre. Su padre decidió dejar a la madre de Carlos por otra mujer. A sus pocos años Carlos sufrió el dolor del abandono de su padre sin razones que él no lograba comprender.
La madre de Carlos retomo su vida y contrajo matrimonio con otra persona, esta persona no era del agrado de Carlos. Al pasar el tiempo el nuevo esposo de la madre de Carlos, comenzó a maltratarla verbal y físicamente. Llegando al punto que ella cayo en depresión profunda y en un día que Carlos se encontraba en la escuela. Ella sola en su casa tomo la decisión de quitarse la vida.
El gran impacto de Carlos al ver el cuerpo de su madre sin vida en un ataúd era impactante. No había manera de consolar al niño. Después de los actos fúnebres a Carlos le toco iniciar una nueva vida al lado de su padrastro, una vida que no fue nada sencilla, llena de maltratos físicos y verbales.
Al iniciar la adolescencia Carlos tomo la decisión de huir de su casa. Al encontrarse solo en la ciudad vulnerable a cualquier peligro de la calle, un joven que vivía en la calle se le acerco a Carlos ofreciéndole un poco de alimento.
Las intenciones del joven no eran buenas. Gano la confianza de Carlos y le ofreció como alternativa a su situación el camino de la prostitución para sostenerse económicamente. Carlos inconscientemente había caído en una red de prostitución.
Pasaron los años y Carlos creció en ese camino de la prostitución. Con la sed de venganza hacia su padrastro ya que a él atribuía la muerte de su madre y la huida de su casa, sin tener apoyo de nadie.
En cierta ocasión un grupo de personas de una iglesia que se dedicaban a brindar alimentación a personas la calle, visito la zona donde Carlos permanecía trabajando. Uno de los jóvenes se acerco a Carlos y le entrego un plato de comida y inicio a hablarle del perdón y el amor de Dios. Carlos solo escuchaba desinteresadamente. Al final el joven le dijo a Carlos si podía orar por su vida.
Carlos acepto, el joven hizo una oración por la vida de Carlos, de un momento a otro la presencia de Dios descendió en ese momento. Carlos comenzó a sentir una paz, una tranquilidad que nunca había sentido. Él joven lo abrazo y siguió orando por Carlos.
Carlos tenía años de no recibir un abrazo mas el que de su madre, sus ojos se inundaron de lágrimas, la oración se alargo y más personas del grupo de la iglesia se acercaron a Carlos a abrazarlo y seguir orando por su vida. Era un ambiente lleno de la presencia de Dios.
Al terminar la oración entre todos los miembros del grupo ofrecieron a Carlos una pequeña habitación, alimentación, apoyo moral y espiritual. Para salir de esa vida. Carlos no lo dudo y acepto la ayuda, por primera vez alguien se interesaba en su vida sin esperar nada a cambio.
La vida de Carlos cambio totalmente, entre los miembros del grupo de la iglesia apoyaron a que Carlos pudiera seguir sus estudios y conseguir un trabajo formal. Carlos inicio a asistir a la iglesia de sus nuevos amigos. Su interés y perseverancia en la iglesia ayudo a crecer en su vida espiritual.
… Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó.
Lucas 15:20 NVI.
Al poco tiempo mostro su interés en salir a compartir la Palabra de Dios a otros jóvenes de la calle en situaciones similares. Su trabajo, continua y está identificado como el ministerio del “El abrazo de Dios”. Al llegar a las calles, Carlos busca a los jóvenes en condiciones vulnerables y sin importar les brinda un abrazo y un plato de comida que a su vez comparte la Palabra y el amor de Dios.
Al igual que Carlos que necesitaba de un abrazo y hoy en día brinda una nueva oportunidad a niños y jóvenes de la calle a través de un abrazo que nunca recibieron en sus hogares. Hoy tu puedes iniciar tu ministerio del “Abrazo” con tu familia, con tus amistades. Un abrazo en momentos difíciles es la mejor medicina al dolor interior.