Jamás, sí… jamás
Jamás pensaré que la vida no tiene sentido porque “el Señor tiene un propósito para mí”, Proverbios 16:4.
Jamás pensaré en miseria porque “…mi Dios, pues, suplirá todo lo que me falte conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”, Filipenses 4:19.
Jamás pensaré desgracias sobre mi familia porque “…ni en las sombras de la noche, ni a plena luz del día, nos caerá desgracia alguna, ya que bajo su protección podemos vivir tranquilos, pues nunca deja de cuidarnos”, Salmo 91:6 y 4. “El Dios altísimo es nuestro refugio y protección. Por eso ningún desastre vendrá sobre nuestros hogares”, Salmo 91:9.
Jamás pensaré con temor porque “Dios no me ha dado el espíritu del miedo, sino del amor, del poder y del dominio propio”, 1ª Timoteo 1:7.
Jamás pensaré que no puedo porque “…todo lo puedo en Cristo que me fortalece”, Filipenses 4:13.
Jamás pensaré en enfermedades porque “Dios nos traerá sanidad y medicina, y nos curará y nos revelará abundancia de paz y de verdad”, Jeremías 33:6. “Más yo haré venir sanidad sobre ti y sanaré tus heridas, dice Jehová”, Jeremías 30:17.
Jamás pensaré que no tengo a nadie en quien confiar porque “Dios dijo: no te desampararé, ni te dejaré”, Hebreos 13:5. “Los que ponen su confianza en él no serán defraudados”, Romanos 10:13.
Jamás pensaré que el fracaso es mi destino porque “Dios siempre me lleva de triunfo en triunfo en Cristo Jesús”, 2ª Corintios 2:14.
Jamás pensaré que lucho solo en esta vida porque “Jesús estará siempre con nosotros hasta el fin del mundo”, Mateo 28:20.
Jamás pensaré que Dios no me ama porque “…de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna”, Juan 3:16.
Medita en cada declaración de la Palabra de Dios y refuerza tu fe con oración perseverante. Orar es muy bueno para cualquier estado de ánimo, sobre todo cuando intentas derribar las fuerzas de opresión y maldad. Muchos de los Salmos de David surgieron de sus tiempos de desolación y prueba. Ora con fervor. Ora con todo tu corazón. ¡Tus problemas podrían ser la puerta al avivamiento y a la prosperidad!
Extraído de: Un nuevo año, una nueva vida, una nueva oportunidad – Encuentros diarios con el Espíritu Santo / José Luis y Silvia Cinalli. Lo puedes adquirir en www.libreriadelaciudad.com





