La influencia de un líder
El líder influye en el bienestar espiritual y eterno de quienes lidera. La Biblia dice: “El hombre que honra al Señor y se complace en sus mandatos” (Salmo 112:1, DHH) tendrá “una descendencia… bendecida” (Salmo 112:2, BAD); “abundante riquezas en su casa”, (Salmo 112:3, BDA2010); un hogar lleno de luz (Salmo 112:4); sabiduría “para administrar sus bienes” (Salmo 112:5, PDT); una vida protegida “porque el Señor lo cuidará” (Salmo 112:7); “tendrá influencia y recibirá honor” (Salmo 112:9, NTV) y “será gloriosamente exaltado”, Salmo 112:9 (NVI 1999). Veamos algunos ejemplos bíblicos que ilustran la influencia de un líder.
David recibió el título de “varón conforme al corazón de Dios” (Hechos 13:22) por su gran devoción al Señor. Cuando comenzó a reinar Israel estaba en pésimas condiciones. Cuando le entregó la corona a su hijo, las fronteras de su imperio se extendían desde el Mediterráneo hasta el Éufrates. Más que eso: ¡David unificó el reino y restauró la Presencia de Dios a toda la nación! Salomón, por su parte, comenzó con muchísimas ventajas, pero se apartó del Señor y ‘las diosas de sus esposas extranjeras’ terminaron reinando en Israel.
Salomón tenía todo para ser el mejor rey de Israel y acabó siendo el peor. ¿Cuál fue su legado? Una nación sin Dios y enemigos por todas partes. El hombre más sabio del mundo destruyó lo que su predecesor había construido. Subestimó las palabras de Dios y los consejos de su padre. Es más, se negó a que Dios fuera su padre, 1ª Crónicas 22:10. Y hasta despreció la promesa que Dios mismo le había hecho: “Si me sigues… como lo hizo tu padre David y obedeces todos mis mandatos… estableceré tu dinastía… para siempre… Pero si tú o tus descendientes me abandonan… entonces desarraigaré a Israel de la tierra que le he dado… Haré que Israel sea objeto de burla y de ridículo entre las naciones”, 1ª Reyes 9:4-7 (NTV).
Salomón hizo todo lo posible para irritar a Dios con el único propósito de satisfacer el capricho de las mil mujeres de su harén. Salomón amó más a las mujeres que a Dios; se “apegó a ellas con amor” (1º Reyes 11:2, NBLH) y ellas se convirtieron en su centro de atención y adoración. Además, idolatró la majestuosa obra de sus manos; se olvidó del Dios del templo e hizo un ídolo del templo de Dios. En el apogeo de su reinado despreció la comunión con el Señor y la debacle fue el resultado. Aprendamos la lección: ¡la obra exitosa de un ministro no sustituye su relación con Dios! Orienta toda tu vida y todo tu ministerio al lugar secreto. Solo así serás una gran bendición hasta el final.
Extraído de: Un nuevo año, una nueva vida, una nueva oportunidad – Encuentros diarios con el Espíritu Santo / José Luis y Silvia Cinalli. Lo puedes adquirir en www.libreriadelaciudad.com