La inutilidad invita al desastre
“Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto se corta y se echa en el fuego”, Lucas 3:9.
Este versículo es como una moneda, posee dos caras. Una podría constituirse en la mejor bendición de tu vida. La otra, tiene el potencial de causar tu ruina completa y permanente. La Biblia nos da algunas claves para apropiarnos de la bendición y evitar la maldición:
1. Cuando Dios invierte en una persona espera frutos de ella. “Mi Padre es glorificado cuando ustedes dan mucho fruto y muestran así que son mis discípulos”, Juan 15:8 (NVI).
2. Dios puede recoger frutos fuera de tiempo, pero no tolerará falta de frutos o frutos amargos. “Yo esperaba que diera buenas uvas; ¿por qué dio uvas agrias?…Le quitaré su cerco…La dejaré desolada…le crecerán espinos y cardos…”, Isaías 5:4-6 (NVI).
3. La inutilidad invita al desastre. “He aquí, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala…”, Lucas 13:7. El hortelano esperaba frutos de la higuera, de la misma manera que el dueño de la viña en Isaías 5. ¿Cuántas oportunidades de servicio, de buenas obras, de entrega y ofrenda hemos dejado pasar? Recuerda que seremos juzgados por las oportunidades que hayamos tenido.
4. Los que no hacen más que recibir no deben sobrevivir.
“¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella?”, Isaías 5:4. El dueño se cansó y decidió destruirla. Qué triste que la iglesia de Cristo esté poblada de consumidores de religión en vez de productores de cambios. Dios no te llama a vivir una ideología religiosa, te invita a transformar el mundo con su presencia, su poder y su Espíritu Santo. ¡Hazlo!
Hoy, por la gracia del Señor tenemos una nueva oportunidad, pero no sabemos si será la última. Saúl y David tuvieron una segunda oportunidad, pero Ananías y Safira no. ¿Hasta dónde se puede llegar con el pecado? ¿Cuánto tiempo espera la misericordia? ¿Dónde toca su término la gracia y comienza el fin del reprobado? ¡Nunca se sabe! Por lo tanto, no uses su benevolencia como pretexto para el mal. Si reconoces que no has dado de ti mismo todo lo que podías, pídele perdón a Dios y comienza desde este preciso momento a producir el mejor fruto para Él. Pacta con tu vida. Cambia tu mundo y también tu destino. Recuerda, de tu decisión depende tu futuro.
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Extraído de Una vida de intimidad con Dios : libro devocional de 365 días / José Luis y Silvia de Cinalli. Lo puedes adquirir en www.libreriadelaciudad.com
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