Domina tu lengua
“… Como no creíste en mis palabras… te vas a quedar mudo…”, Lucas 1:11-20 (NVI).
Zacarías, un importante líder religioso, debiera haber mostrado cierto atisbo de madurez espiritual, pero reacciona incrédulamente y dice: “¿Cómo podré estar seguro de esto?”, Lucas 1:18. En otras palabras: “esto es demasiado bueno para ser verdad; necesito una señal”. El comentarista Guillermo Hendriksen dice: “Tendrá una señal, pero no la que pidió. Por cuanto hizo mal uso de la lengua, su lengua será silenciada”.
Suele soslayarse el hecho de que Zacarías actuó mal, a pesar de contar con evidencias bíblicas de la fidelidad de Dios a su pueblo en el Antiguo Testamento. Dios había prometido algo parecido a Abraham cuando le dijo que un hijo suyo heredaría. ¡Y Abraham y Sara eran viejos! No existe excusa válida, ni forma de aminorar la gravedad de la respuesta incrédula de Zacarías.
Zacarías quedó mudo por lo que dijo. ¿Por qué no quedó ciego o sordo? Porque fue su boca la que lo condenó. Hay un dicho oriental que reza así: “El hombre vive oculto tras sus palabras”. Jesús dijo: “Por tus palabras serás justificado y por tus palabras serás condenado”, Mateo 12:37. El proverbista lo expresó de esta manera: “Te has enlazado con las palabras de tu boca, y has quedado preso en los dichos de tus labios”, Proverbios 6:2. En otros términos, si continúas diciendo que las cosas han de ir mal, corres el riesgo de convertirte en profeta.
Zacarías quedó mudo. ¿Fue castigo o disciplina? Definitivamente fue castigo. Es imposible establecer tiempo a una disciplina. Si quieres ser abogado, debes inscribirte en la Facultad de abogacía. Allí te dirán que la carrera dura estimativamente 6 años. ¿Por qué estimativamente? Porque el tiempo de duración no depende de la universidad, sino del alumno. Si rindes en tiempo y en forma todas las materias, llegarás a recibirte en 6 años, de lo contrario, no lo harás. Todo depende de ti. En cambio, el castigo es diferente. La ley establece límite a cualquier condena. El delincuente paga en la cárcel por el delito que cometió. Se lo castiga por lo que hizo. Y aunque esa persona se arrepienta y pida perdón, su tiempo en la cárcel no será acortado, tendrá que purgar su pena de todos modos. Cuando el ángel le dijo a Zacarías que quedaría mudo, le aplicó un castigo, pues le puso fecha de vencimiento: “Hasta el día en que todo esto suceda”, Lucas 1:20. ¿Te das cuenta el riesgo que corres al hablar descuidadamente? Ejerce dominio sobre tus palabras.
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Extraído de Una vida de intimidad con Dios : libro devocional de 365 días / José Luis y Silvia de Cinalli. Lo puedes adquirir en www.libreriadelaciudad.com
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