La muerte espiritual hace referencia a la separación total y absoluta de la vida cristiana; esta condición representa una ruptura entre el creyente y todo lo que tiene que ver con su servicio a Dios.
Muchas personas desconocen este término, por lo cual es necesario aprender a identificarlo para poder salir de esta condición.
Es importante comprender que la muerte espiritual no es una condición definitiva ni irreversible, ya que quien se encuentra en esta situación puede volver a tener una «resurrección espiritual» por así decirlo.
Ningún creyente está a salvo de morir espiritualmente, y frente a esto, la palabra de Dios dice: «Por lo tanto, si alguien piensa que está firme, tenga cuidado de no caer», (1 Corintios 10:12).
¿Cuales son los síntomas de una muerte espiritual?
Adormecimiento espiritual: Es la principal señal de que se esta yendo rumbo a una muerte espiritual. Comienza con un desenfoque por lo espiritual y se produce una fuerte atención por lo terrenal; se manifiesta como apatía, pereza y flojera.
En esta etapa tanto la oración como el servicio se convierten en religión para el creyente, ya que el adormecimiento no le permite estar enfocado de forma genuina en las cosas del Señor, Isaías 29:13.
«Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, Y levántate de los muertos, Y te alumbrará Cristo», Efesios 5:14.
Pesadez espiritual: La pesadez producida por el pecado y las cargas del mundo impiden que la presencia de Dios se manifieste en el creyente, por lo que se produce un enorme peso que le agobia y no le permite caminar en libertad.
La oración, el ayuno, vigilia y estudiar la palabra son el principal enemigo de la pesadez y además constituye un ejercicio espiritual que le ayudará a soltar las cargas.
«Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar», Mateo 11:28.
Desánimo espiritual: Se produce muchas veces cuando no se recibe lo que está esperando (sanidad, prosperidad económica o fruto espiritual). El desánimo produce falta de confianza en Dios y se representa como doble ánimo, inconstancia y falta de firmeza.
«Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones», Santiago 4:8.
Frialdad espiritual: En esta etapa se puede decir que se está agonizando espiritualmente. Se crea una coraza de dureza por la falta de sensibilidad a la presencia de Dios y como resultado el creyente prefiere alejarse antes de ser restaurado.
La palabra de Dios dice claramente «No alejen de ustedes al Espíritu Santo», 1 Tesalonicenses 5:19. Por tal motivo se debe dejar la indiferencia y meterse en el fuego purificador que este nos ofrece.
Tibieza Espiritual: Una persona tibia llega a convertirse en una persona mediocre. En esta condición la persona se estanca en un punto medio que considera como su zona de confort. Quien es tibio cree que tiene lo suficiente y evita adentrarse en busca de más.
Es importante recordar que para Dios solo hay dos términos válidos, se es frío o caliente, porque quien es tibio será vomitado por su boca.
«Por tanto, como no eres ni frío ni caliente, sino tibio, estoy por vomitarte de mi boca», Apocalipsis 3:16.