Amor en tiempos de Internet

Muchas personas que flirtean en Internet no sienten que están siendo infieles a sus parejas. Sus parejas, en cambio, piensan todo lo contrario.

¿Qué es la infidelidad? ¿Basta con pensar en otra persona, con desearla? ¿Es peor enamorarse de alguien o acostarse? La traición, ¿comienza en la mentira o en el contacto físico con otra persona?

Jesús dejó bien en claro que en el adulterio no es necesario involucrar los genitales. “Pero ahora yo les aseguro que si un hombre mira a otra mujer con el deseo de tener relaciones sexuales con ella, ya fue infiel en su corazón”, Mateo 5:28 (TLA). Los ‘encuentros cercanos’ (abrazos, besos y caricias), las conversaciones íntimas, tomar un trago solos y a extrañas horas, las llamadas telefónicas inoportunas o demasiado tiempo compartido en Internet con una persona diferente al cónyuge constituyen una traición. No se ha llegado necesariamente al coito pero existe un lazo emocional que pone en peligro el vínculo marital.

Igualmente constituiría infidelidad el hecho de que alguien esté físicamente con su cónyuge, pero excitándose con los recuerdos de otras personas. El consumo de pornografía alienta este tipo de comportamiento. La pornografía genera deseos sexuales que llevan al cónyuge a tener sexo con su pareja pensando en sus fantasías. No está ‘presente’ durante la relación sino que se excita con actividades sexuales que ha visto, ha soñado o ha vivido en el pasado. Sus fantasías son más agradables que sus experiencias en la recámara matrimonial.

El concepto bíblico de la fidelidad se puede sintetizar de la siguiente manera: “Para siempre, en cuerpo y alma, sin malos pensamientos ni deseos por otras personas”.

Muchas parejas continúan con el matrimonio aunque no sea lo que soñaron o esperaron, mientras se refugian en una vida alterna de fantasías. Mantienen el matrimonio sin percatarse de que sus pensamientos alimentados por la pornografía en los hombres y por las novelas románticas en las mujeres, han dejado desprotegido y vulnerable al matrimonio.

Ya no se extraña al otro, ya no se suspira por su presencia, ya no se siente su ausencia. Aparece una especie de embotamiento; si él o ella están, o no, da lo mismo. Cada uno de ellos siente que vive ‘en paz’ cuando está solo/a, y agobiado/a cuando comparte el espacio con su pareja. Las críticas mordaces y los insultos solapados son la forma de relacionamiento diario. La intimidad es rutinaria, espaciada y poco gratificante. “Normalmente cuando una pareja pasa por una etapa de desencanto y la rutina se instaura como pauta de funcionamiento, crece la posibilidad de la infidelidad emocional. Si solo deseo que llegue el lunes para poder verlo/a en el trabajo, si constantemente quiero hablar o chequear el e-mail para ver si me ha escrito, significa que el fuego está cerca. Aquí puede surgir el engaño, la culpa y el remordimiento”.20

Hoy en día se permanece mucho más tiempo en el trabajo que con el cónyuge. Este medio facilita las amistades especiales; es decir, personas con las que da gusto hablar, trabajar y relacionarse de modo más directo. Comienzan los coqueteos, las insinuaciones y conversaciones íntimas y privadas, las que, finalmente provocarán conexiones emocionales muy fuertes. Como dijo Catherine Deneuve: “Un flirteo es como una pastilla. Nadie puede predecir exactamente sus efectos secundarios”. Salomón lo dijo así: “La sabiduría te librará de la mujer (persona) inmoral, de las palabras seductoras de la mujer (persona) promiscua… Entrar a su casa lleva a la muerte, es el camino a la tumba”, Proverbios 2:16-18 (NTV) énfasis del autor.

Toda persona quiere que su cónyuge sea leal, tanto en acciones como en pensamientos. La infidelidad destruye el matrimonio o hace que la reconstrucción después del adulterio sea un verdadero milagro. El matrimonio es el único ámbito en que Dios bendice las relaciones sexuales. Dentro de los límites del matrimonio la unión sexual debiera ser una verdadera dicha.

Por medio de este capítulo Dios mismo quiere hablarte, ¿cuál será tu respuesta frente al dilema que plantea la fidelidad? ¿Existen conductas que corregir, pecados del pensamiento que confesar o, tal vez, lazos emocionales que cortar? Recuerda que diste tu palabra y estableciste pacto con tu cónyuge. Una decisión tan importante debería significar algo. Un hecho tan trascendental de tu vida, como es tu matrimonio, debería moverte a actuar de modo que hagas lo que prometiste hacer.

Alguien dijo una vez y con mucha razón: “Si mantienes tus votos de fidelidad, éstos mantendrán tu matrimonio”.

Extraído del libro “Que tu matrimonio no se arrugue”